La familia Ferrer-Martínez, de Barcelona, ha viajado este mes de agosto a Benin para llevar a cabo un voluntariado. El destino ha sido el Centre Saint Joseph, que acoge niñas y adolescentes vulnerables, y han realizado para ellas un casal de verano durante sus vacaciones escolares. Os compartimos su testimonio:

El vínculo que te une a tu verdadera familia no es el de la sangre sino el del respeto y la alegría.

Este año hemos hecho, por primera vez, un voluntariado en África con niñas en situación de riesgo social. Nosotros somos Joan y Carme, y hemos compartido esta experencia con nuestra hija Laia.

Hemos ido a Benín, un país ubicado en el continente africano, a la ciudad de Parakou, donde se encuentra el Centre Sant Joseph que acoge un máximo de 30 niñas entre 6 y 18 años, y les proporciona vivienda, alimentación, higiene y educación. Hemos estado tres semanas conviviendo con las niñas y las religiosas de la Inmaculada Concepción de Castres, que gestionan el centro.

Nuestro proyecto consistía en compartir y favorecer el intercambio de culturas entre las niñas y nosotros, a través de la convivencia diaria y la realización de actividades de ocio.

Elaboramos un planning variado con manualidades, juegos, bailes, deporte y un espacio de cine con películas de entretenimiento. Nuestros objetivos eran ofrecer un acompañamiento durante el período vacacional y compartir experiencias basadas en el respeto y la diversidad. Creemos que  convivir con otras personas favorece el crecimiento personal, el desarrollo de nuevos valores y una nueva fase en el proceso de socialización.

Nosotros aportamos todo el material para la realización de estas actividades.

La experiencia ha sido una de las mejores de nuestra vida. Queremos destacar la proximidad de las niñas, si bien es cierto que desde el primer día, a pesar de tener mucha ilusión por hacer las cosas, se mantenían a una cierta distancia. Después ya venían cada mañana y todas las noches para saludarnos con un beso y un gran abrazo.

¿Con qué nos quedamos?: QUE CON POCO SE PUEDE SER FELIZ. Con tan sólo ver aquellos ojos iluminados y esa gran sonrisa merece la pena, sencillamente, nos llenaban de gozo.

Nos gustaría que esta vivencia perdure mucho tiempo en nuestro corazón  y nos ayude a valorar la vida que tenemos y la suerte de haber nacido en este país.

Hace ya unos días que hemos regresado y tenemos la gran pregunta: ¿y ahora qué? Nos encontramos en esta fase de reflexión por si podemos aportar más de lo que hemos hecho, siempre desde el respeto y la conformidad de las personas que viven  allí.

También nos gustaría manifestar nuestro agradecimiento a las personas que han hecho posible este voluntariado y que nos ha permitido vivir unos días inolvidables.

Familia Ferrer-Martínez. Septiembre 2019